domingo, 18 de julio de 2021

Las masculinidades noviolentas como formas discursivas y dispositivos identitarios que generan cambios

El trabajo con hombres en la fundación de masculinidades noviolentas, desde cualquier punto de vista, debe ser entendido como un proceso del que se rescatan varias cosas a saber: auto-crítica constante; enunciación política desde –y para– la búsqueda de espacios de igualdad; la reconfiguración del lenguaje hacia uno en el que prime la noviolencia; la institución de la empatía, el diálogo y los afectos como pilares fundamentales para vivir vidas libres de violencias. No obstante, este es un ejercicio que requiere del uso y aplicación de herramientas teóricas y metodológicas provenientes –en casi todos los casos– de los aportes de los movimientos feministas (Arriagada 2006; Cabezas y Berná 2013; Díaz-Cervantes 2014; Smith 2017).

Sobre esa plataforma, en un intento por definirnos como sujetos en construcción con un importante bagaje histórico que se sostiene en contextos políticos, sociales, culturales y económicos específicos, adoptamos las categorías de cuerpo y territorio como ejes desde los que se desplegarán mecanismos para proponer acciones para la erradicación de las violencias basadas en género. En ese sentido, lo que tenemos, al menos en una primera aproximación, sobre la base de los distintos aportes feministas, es la posibilidad de instituir rutas para que los hombres –en el reconocimiento de que somos una suerte de productos culturales– desde nuestros espacios (masculinos) identifiquemos y planteemos una forma de organización distinta, una estructura social que reinterprete, resignifique y reestablezca las fórmulas para relacionarnos con nosotros mismos, con las demás personas y con el medio ambiente.    

Así, desde el mes de marzo de 2021, como un ensayo para el restablecimiento de prácticas noviolentas, se planteó un plan de trabajo[1] con hombres en la ciudad de Esmeraldas, Ecuador, que intentaba responder tres preguntas: ¿Qué son, o cómo entendemos las masculinidades? ¿Qué es el género y cómo se socializa y/o se aprende? ¿Qué es y para qué sirve la noviolencia? Colocar preguntas generales y que pueden ser respondidas desde cualquier costado nos daba la posibilidad, entre otras cosas, de conocer cuáles eran los vínculos de estos hombres con sus estructuras políticas, con su contexto más inmediato, su percepción de identidad y cómo esta se edifica en relación a lugar en el que se encuentran, los imaginarios colectivos y los dispositivos de control insertos muchas veces en el lenguaje y en nuestros comportamientos que, sin duda alguna, se despliegan en nuestros espacios más íntimos y cotidianos.   

El proyecto inició con dos tipos de convocatoria: i) una ampliada, desplegada a través de redes sociales y alianzas estratégicas y, ii) una puerta a puerta para generar compromiso en cada uno de los participantes. Para la tercera semana de marzo de 2021, el proyecto tenía cerca de 50 hombres, de territorios distintos, divididos en tres grupos: el primero, una organización juvenil con participación política activa denominada Jóvenes por el Cambio; el segundo, un grupo de soldadores (Mustang) de distintas edades que veían en su trabajo una oportunidad laboral en un mundo que les había negado desde la posibilidad de educarse hasta la de conseguir un empleo formal; el tercero, conformado por hombres de uno de los barrios considerados –para una gran parte de la población local– como peligroso, violento, desordenado y con necesidades estructurales básicas como alcantarillado, alumbrado público o agua potable continua: La Propicia 2.

Al ser espacios diversos, definidos por especificidades disímiles, el abordaje de talleres, capacitaciones y la construcción de acciones comunitarias[2] se ejecutaron con la posibilidad de convertir a quienes participaban en el proyecto en sujetos activos del cambio. Esto, a través la generación de acciones concretas en las que se diera rienda suelta a su creatividad y que al mismo tiempo impulsara y/o motivara sus intereses personales y colectivos que, a largo plazo, se verían plasmados en cada una de sus propuestas. Los Mustang, el grupo de soldadores, generaron un insumo al modo de señalética que sería colocada en uno de los barrios más alejados, abandonados, desprotegidos, estigmatizados y marginalizados de la ciudad: La Tolita.

Los Jóvenes por el Cambio, por su parte, creyeron que las redes sociales son una herramienta para explotar y llegar a población que generalmente no tiene acceso a información educativa. Por ello, crearon el Ciclo de Conversatorios “Repensando: masculinidades, igualdad y noviolencia” el cual tuvo, durante cinco semanas seguidas, discusiones en torno a las masculinidades noviolentas, la violencia basada en género, la socialización del género y la construcción de propuestas para intentar construir-nos como sujetos del y para el cambio. El grupo de La Propicia 2, siguiendo su interés por el arte, la cultura y el canto, prefirió esta última para poner en agenda temas que generalmente les atraviesan: las distintas expresiones de violencias contra las mujeres.

Las propuestas de los grupos, por sí solas, son solamente piezas que responden a un proyecto específico. Sin embargo, por las condiciones y contextos en las que sus protagonistas se desenvuelven, así como por su interés paulatino de reconocerse como sujetos con agencia y con la capacidad de construir vidas, espacios y relaciones libres de violencias, los productos de los grupos funcionaron como herramienta para: i) colocar en agenda municipal realidades enterradas por varios años; ii) motivar la participación de funcionaros/as públicos/as en cada uno de sus espacios; iii) posicionar temáticas afines a la noviolencia, las masculinidades y el género en espacios otrora inimaginable; iv) contribuir a la reducción de la violencia basada en género en cada una de sus localidades; v) convertirse en referentes del cambio y en sujetos que reproducen prácticas noviolentas y que intentan, por varias vías, aportar a la reducción de las violencias estructurales y simbólicas de la población local así como a las expresiones de violencias físicas, psicológicas, sexuales y patrimoniales que sufren un gran número de mujeres en la ciudad.



[1] Se trata del proyecto “Prevención contra niños, niñas y adolescentes a través de actividades comunitarias que generen conciencia sobre las masculinidades noviolentas y los DDSS y RR”, auspiciado por Unicef-Ecuador y ejecutado por la Fundación Lunita Lunera en Manta y Esmeraldas.

[2] Consideradas así porque tenían dos fines: i) motivar a la población más inmediata a los participantes y, ii) incentivar y sensibilizar a la población de toda la ciudad con actos que permitían la inclusión, la participación y la puesta en discusión de temáticas afines a las violencias, al género y a las masculinidades noviolentas. 

 

 

 

 




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